Las mutaciones pueden ser beneficiosas, neutras o malignas para el organismo, pero las mutaciones no tratan de producir lo que el organismo “necesita”. Los factores ambientales pueden influir en la tasa de mutación, pero en general no están pensados para influir en la dirección de la mutación. Por ejemplo, la exposición a productos químicos dañinos puede incrementar la tasa de mutación, pero no causarán mutaciones que hagan al organismo más resistente a esos productos químicos. En este sentido las mutaciones son al azar: si se produce una mutación en concreto o no, no está relacionado con lo útil que la mutación pueda ser.
Por ejemplo, en los USA donde la gente tiene acceso a champú con sustancias químicas que matan piojos, tenemos un montón de piojos resistentes a esos productos químicos. Hay dos posibles explicaciones para este hecho:

Los científicos en general piensan que la primera explicación es la correcta y que las mutaciones dirigidas, la segunda explicación posible, fundada en las mutaciones no azarosas, no es correcta.
Los investigadores han realizado muchas investigaciones en esta área. Aunque los resultados pueden ser interpretados de diferentes maneras, ninguno apoya la idea de las mutaciones dirigidas. Además, los científicos están todavía investigando para poder facilitar evidencias relevantes sobre estos hechos.
Además, los experimentos han dejado claro que muchas mutaciones de hecho se producen al azar, y no porque el organismo haya sido situado en un lugar donde la mutación fuese útil. Por ejemplo, si exponemos bacterias a antibióticos, probablemente observaremos un aumento en la supervivencia de las resistentes al antibiótico. Esther y Joshua Lederberg determinaron que muchas de estas mutaciones de resistencia a los antibióticos existían en la población antes de que fuese expuesta a los mismos, y esa exposición no causó la aparición de esos nuevos mutantes.
El experimento de Lederberg
En 1952, Esther y Joshua Lederberg realizaron un experimento que contribuyó a demostrar que muchas mutaciones son aleatorias, no dirigidas. He aquí el diseño del experimento de Lederberg: Toda la información básica que necesitas conocer es que las bacterias crecen en colonias aisladas en las placas de Petri y que las colonias de una placa original pueden reproducirse en nuevas placas, presionando ligeramente la placa original con un paño y «estampando» luego placas vacías con ese mismo paño. Con el paño se recogen bacterias de cada una de las colonias y luego se depositan en las placas nuevas.
La hipótesis del experimento es que las cepas de bacterias resistentes a los antibióticos que sobreviven a la aplicación de antibióticos ya poseían la resistencia antes de dicha exposición a los antibióticos y no la han adquirido como resultado de la exposición.
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1. Las bacterias se siembran en una placa, llamada “placa original.” |
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2. Se deja que crezcan hasta formar varias colonias diferentes. |
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3. Este patrón de colonias se imprime desde la placa original en una nueva placa que contiene el antibiótico penicilina. |
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4. Las colonias X e Y de la placa estampada sobreviven. Deben ser portadoras de una mutación para la resistencia a la penicilina. |
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5. Los Lederberg se habían propuesto responder a la pregunta: las colonias de la nueva placa, ¿desarrollaron la resistencia a los antibióticos porque estuvieron expuestas a la penicilina? La respuesta es no: Cuando se irriga con penicilina la placa original, sobreviven las mismas colonias (las que están en las posiciones X e Y), a pesar de que estas colonias de la placa original nunca antes se habían enfrentado a la penicilina. |
Por lo tanto, las bacterias resistentes a la penicilina estaban en la población antes de que se enfrentara a la penicilina, no desarrollaron la resistencia como respuesta a la exposición al antibiótico.