Como cabría esperar según la teoría de la evolución, las poblaciones evolucionan en respuesta a su entorno. La mayor parte de la evolución pasó hace mucho tiempo y no fue observada por los humanos –por lo tanto, tenemos que buscar muchos tipos de evidencia para reconstruir esta historia. Sin embargo, en algunos casos la evolución ha ocurrido en la naturaleza, a escalas de tiempo y en lugares en los que podemos hacer observaciones directas– es decir que los humanos sabemos como era una especie en un determinado momento, y posteriormente observamos cambios que sólo pueden ser atribuidos a la evolución.
Por ejemplo, los gorriones llegaron a Norte América traídos de Europa a mitad del siglo diecinueve. Desde entonces, la variación genética dentro de la especie, y las diferencias en las presiones selectivas de sus distintos hábitats les ha llevado a adaptarse a diferentes partes del continente. Así los gorriones modernos en el norte son más grandes y de colores más oscuros que los del sur. Los colores oscuros absorben mejor la luz del sol que los colores claros y tamaños más grandes presentan menos superficie por unidad de volumen, de esta forma se reduce la pérdida de calor – ambas son ventajas en climas fríos. Esto es un ejemplo de la selección natural actuando en diferentes poblaciones, produciendo micro-evolución a escala continental. Y este es un ejemplo que ha sido observado de primera mano por los humanos. Estábamos presentes cuando los gorriones fueron intencionadamente liberados al inicio de 1800, y hoy podemos observar directamente que los gorriones de diferentes partes del continente son diferentes entre sí, como nos muestra el siguiente mapa.
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Hay muchos otros casos en los que la evolución ha ocurrido en un período de tiempo que nos permite observarla directamente. Estos incluyen:
Reviewed and updated, June 2020. Translated by Fran Guerola and Ixchel Gonzalez Ramirez.