El flujo génico — también llamado migración — es cualquier desplazamiento de genes desde una población hasta otra. El flujo génico incluye multitud de tipos de sucesos diferentes, como el polen que es transportado por el aire hasta un nuevo destino o las personas que se trasladan a otra ciudad o país. Si unos genes son transportados hasta una población donde esos genes no existían previamente, el flujo génico puede ser una fuente muy importante de variabilidad genética. En el gráfico de abajo, un escarabajo lleva la versión del gen para la coloración marrón de una población a otra.
La variabilidad genética, en las modernas poblaciones humanas, ha sido enormemente modelada por el flujo genético. Por ejemplo, secuenciando ADN antiguo, los científicos han reconstruido el genoma entero del Neandertal – y han descubierto que muchos fragmentos de esas secuencias arcaicas se encuentran en los humanos modernos. Queda claro que los antiguos humanos se hibridaron con los Neandertales y que ese flujo genético introdujo nueva variabilidad genética en las poblaciones humanas. Además, este flujo genético antiguo parece que afecta a quienes somos ahora. Algunas versiones de genes de Neandertal se han relacionado con funciones inmunitarias, metabólicas (p.e. afectando al riesgo de padecer diabetes) e incluso con el color de la piel.
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